Quiero compartirles mi reflexión después de la lectura del libro: “Los que vinieron a fundar - la fidelidad a Don Bosco hecha Historia e inmortalidad” del Padre Jaime Rodríguez. Es curioso ver que el trabajo con los jóvenes no puede realizado por los salesianos sin apelar a la practica pastoral y a la espiritualidad salesiana. Toda la práctica pastoral encuentra su fundamento en el Sistema Preventivo, un legado de Don Bosco a la Familia Salesiana.
Lo que me motiva para orientar mi reflexión en el campo de imitación a Don Bosco, es que muchas veces se sigue escuchando las mismas expresiones en contra de los jóvenes como a la época de Don Bosco: «Los jóvenes están podridos», «son unos sinvergüenzas». Son expresiones que despiertan los mismos sentimientos de compasión, preocupación, razón de ser de los salesianos. Por eso, los que vinieron a fundar tenían como objetivo principal hacer de los jóvenes colombianos “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Es una tarea que sigue vigente y apela a la conciencia de la familia salesiana: los jóvenes nos necesitan. A eso, puede preguntarse ¿cómo proceder para hacer de los jóvenes buenos cristianos y honrados ciudadanos?
La respuesta fue dada por estos primeros salesianos el Seminarista José Eterno; los Coadjutores Pablo Carlos – Enrique Spinoglio – Angel Colombo – Felipe Kaczmarczyk; y los Padres Miguel Unia – Evasio Rabagliti – Silvestre Rabagliti – Leopoldo Ferrari; quienes fueron primeros en imitar a Don Bosco. El trabajo de imitación requiere mucha humildad y paciencia, ser hombre confiable en el Señor y con amor al próximo. Imitar a Don Bosco no es cuestión de copiar las anécdotas de este gran hombre o encariñarse de lo bonito del cuento que todos los años repetimos hasta la saciedad. Al contrario, Don Bosco, hombre de carne y hueso, inspirado por Dios a una misión increíble, fue una persona que luchó y puso los medios necesarios para hacer de su vida una construcción agradable para su Señor y todos los jóvenes que a él se acercaron.
Como sus paisanos, desde pequeño trabajó en las tareas del campo, a veces robando tiempo al sueño. Su madre estuvo continuamente detrás suya. Su padre había muerto cuando él contaba con dos años. Con esfuerzo, en su infancia y adolescencia, había de recorrer diariamente 20 Km para asistir a clases. Con lluvia, viento, sol o nieve, su empeño y voluntad le animaban a hacer sacrificios que, tal vez, nosotros no entendemos. Una vida así no podía sino dar frutos de esperanza. Y ahí tenemos a Don Bosco que se pasea por las cárceles, dando ánimos a los jóvenes presos. O pateando las calles para encontrar a quienes lo necesitaran. O dejándo la salud en el oratorio por el bien de sus chiquillos: "Buenos cristianos y honrados ciudadanos". La misma realidad, la encontramos en la vida y la actividad de los que vinieron a fundar.
En definitiva, debemos considerar a Don Bosco como modelo para nosotros y nuestro tiempo. En medio de un mundo donde manda el ordenador y las comunicaciones se realizan al segundo, descubrimos algo mucho más grande que las máquinas, las pantallas y los juegos: descubrimos el corazón humilde y entregado que hizo de su vida un regalo para los jóvenes. Un regalo que vive hasta nuestros días. Nosotros somos hoy los Hijos de Don Bosco, no debemos decirlo únicamente de palabras, sino debemos serlo de verdad.
Imitar a Don Bosco requiere una disposición de ayudar en su misión, porque es una tarea a la que todos estamos llamados, pero que necesita de nuestra opción libre y generosa para vivir con toda nuestra fuerza este estilo de vida. Recordemos cómo se lo propuso Don Bosco a los primeros jóvenes que tuvo a su lado y sus respuestas: Déjate llevar por esta narración y siéntete invitado por el mismo Don Bosco a estar con él y ayudarle, no te defraudará. Ser radicales con Don Bosco consiste en trabajar con todas las energías y con todo el cariño por los jóvenes a los que Dios te envía; y ser salesiano es una fuente de experiencias y de alegrías constantes, en medio de un trabajo incansable con la gente y sus necesidades.
Diácono Lukas-Galuga Maninga, sdb Febrero 2018
Cuando leí el libro del P. Jaime Rodríguez F, sdb “Los que vinieron a Fundar” me llama atención que Don Bosco es quien invita a los que vienen, para acompañar a los jóvenes y a la gente. Aunque todavía no hacen nada, todavía falta llegar, pero con el amor de Dios y con fidelidad El Señor siempre nos acompaña a dondequiera que nosotros vayamos. A demás se muestra la característica de la Sociedad Salesiana que aunque yo sea presbítero o coadjutor, o seminarista etc., compartimos una misión, un proyecto educativo-pastoral el cual cada salesiano siempre recuerda: buscar almas para Dios, como el mismo Don Bosco dice: “Da Mihi Animas Caetera Tolle”.
También a través de este libro me ayuda a recordar a los primeros salesianos en Suramérica, es importante que los primeros misioneros en Colombia colaboraron con Don Bosco a construir el Reino de Dios en la misma tierra (Colombia). Aunque tuvieron muchas dificultades, el amor de Dios hizo que los primeros salesianos de Colombia vivieran con alegría y fidelidad. Ellos sembraron las semillas que crecieron y continúan dando frutos cada día. Me llama mucho la atención sobre mi misión, (como misionero). Yo siempre confío en Dios, mi Señor y siempre pongo mis obras, mis ideas y mi vocación en sus manos. Él me aumenta más la fe y el amor para que voy pueda colaborar en hacer y construir el proyecto de Dios a través de proyecto de ser salesiano en un futuro.
Vuong Trieu Hong Tran, sdb Febrero del 2018