Quinto encuentro Seminaristas y Fundación Padre Jaime

Apreciados amigos del Padre Jaime y de su FUNDACIÓN, apreciados seminaristas salesianos, cercanos ya a su ordenación sacerdotal:

 

Hace un mes largo que Rosemary me hizo llegar la fecha de este encuentro conjunto de la FUNDACIÓN PADRE JAIME. Desde ese momento me costó fatiga pensar en lo que pudiera comunicarles. Misteriosamente vino a mi mente un recuerdo personal en Agua de Dios 1972, en mi segundo año de sacerdocio. Tenía allí nombramiento como educador en el Colegio Salesiano Miguel Unia, como Capellán del Hospital Boyacá y como responsable de la pastoral juvenil. El Padre Fernando Peraza, Inspector, me había enviado a este campo de trabajo pastoral. Como siempre se presentaron otras tareas en la Viña del Señor; una de ellas fue la predicación de los Ejercicios Espirituales a las Hermanas de la Presentación. Ellas servían a la comunidad de Agua de Dios en el campo de la pastoral de la salud, en la educación para niñas sanas o enfermas de Hansen e incluso colaboraban en la pastoral de las veredas. Siempre vi en ellas un aprecio muy grande de los sacerdotes que servían a los enfermos de Hansen.

 

En este ámbito pastoral conocí a la Hermana Lucía Elvira Gaitán Quijano que había concluido sus estudios en Sociología y que había tenido como objetivo en este estudio la situación de la Comunidad de Agua de Dios; y a la Hermana Aura Silvia Garavito [a quien el Señor llamó ya definitivamente a Él], que había trabajado en varias Instituciones Educativas de las Hermanas de La Presentación y se estrenaba como Directora de la Obra de San Rafael en el campo de la salud y en el de la educación. Tanto la Hermana Lucía Elvira como la Hermana Aura Silvia, al hablar sobre el sacerdote y su misión, me mencionaron el Capítulo XVII del Evangelio de San Juan. Ellas lo mencionaban como la oración de Jesús por los sacerdotes.

 

Ese recuerdo personal fue el punto de partida de una reflexión más cercana para ustedes hoy. Pero, ¿cómo abordarlo? La Providencia me mostró también el modo: debiendo acompañar un seminario sobre San Agustín en el Seminario de la Arquidiócesis de Bogotá en el próximo Semestre se me hizo ver la relación que podía tener con el encuentro de hoy. Los “Tratados de San Agustín sobre el Evangelio de San Juan” y, concretamente, el detener mi interés en el capítulo XVII, ha sido el punto de confluencia. Leí con amor y atención este capítulo junto con el comentario de San Agustín. Hubiera querido, dentro de los límites del tiempo y de mi preparación, más fuentes. Me he limitado, por fuerza, a dos: el texto de San Agustín y la lectura que Ruldolf  Schnackenburg  presenta de este cap. XVII.

 

1. Los títulos que le dan las Biblias en nuestra lengua a este capítulo son los siguientes: “Jesús ora al Padre por sí mismo”, “Jesús ruega por sus discípulos”, “Jesús ruega por todos los creyentes”,“La oración de Jesús”, “La despedida de Jesús”, “Jesús se va al Padre”, “Oración sacerdotal”, “Plegaria de Jesús por los suyos”. Es reconfortante y consolador saber que Jesús oró por sus sacerdotes. Esta última expresión fue la que me mencionaron las Hermanas de la Presentación en Agua Dios Dios. Él conocía y conoce muy bien nuestros límites, nuestras fragilidades en el seguimiento que con su Gracia hemos llevado y llevamos a cabo. Ustedes están casi en el inicio de esa subida de la montaña. Hasta dónde llegarán Ustedes, hasta dónde llegaré yo, sólo Dios lo sabe.

 

2. Los puntos principales y el contenido que pueden subrayarse en esta despedida de Jesús y de su oración por sus “apóstoles”, los enviados, son los siguientes:

a) Jesús: Dios y Hombre, Jesús como Vínculo entre Cielo y Tierra, entre Tiempo y Eternidad ora a su Padre por sus sacerdotes: por los que ya están con Él, por Ustedes que van a serlo pronto y por los que por su Gracia peregrinamos aún. En el misterio de la Trinidad todo es presente, pero Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, tiene por fuerza que hablarnos también con las categorías del pasado y del futuro. Con un esfuerzo de abstracción, para nosotros es un proceso que tiene como marco total la eternidad, pero que se expresa en el tiempo, ese fragmento infinitamente breve, pero que es ya eternidad.

 

b) Jesús se dirige a su Padre cuando su existencia, como hombre, en el espacio y en el tiempo, se acerca a su fin: “Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste potestad sobre todos los hombres, para que él diera vida eterna a todos los que le has dado”.

 

c)La glorificación cuya hora ha llegado, en el tiempo, es la pasión y muerte de Jesús. Esa glorificación, esa pasión suya es la que nos devuelve la Vida, ese es el motivo de Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Esa fue la tarea que el Padre le encargó. Esa Vida la da ante todo a los que el Padre le ha confiado. Por esa su entrega a esta misión, sus discípulos comprenden y creen, están seguros de que Jesús viene de parte del Padre, se lo ha dado a conocer en el cumplimiento de la misión recibida: “Que no se haga mi Voluntad, sino la tuya”.

 

d)Jesús no ora por el mundo, el mundo opuesto a Dios, sino por sus discípulos que peregrinan en el mundo. Ellos van a prolongar su misión en el mundo y deben saber, con la mirada de la fe, dar también gloria a Dios, avanzar también por el paso generoso de su Maestro, morir dando testimonio. ¿Cuál sea esa cruz y esa pasión para nosotros? Jesús mismo les irá comunicando el cuándo, el dónde y en qué forma, en “la hora” de cada uno de sus sacerdotes, hora que sólo Él conoce. Ustedes han empezado a prepararse para esta hora. En Ustedes se revelará, por tanto, su gloria. Es un paso o una serie de pasos que tendremos que dar en la soledad personal, únicamente con la oración de Jesús. Esa es la prueba de fuego, la glorificación, la Pasión. Es por eso que el mundo “odia a los sacerdotes”.

 

Los momentos del entusiasmo, de la alegría en dar la vida, como los expresó uno de sus discípulos, Pedro, quien tuvo que pasar por la experiencia de la debilidad para que estuviera preparado para dar su vida, no principalmente por el sentimiento, sino con una libre y generosa decisión por Jesús y, para consuelo nuestro, con Jesús. El Maligno, el Mal estará siempre buscando a quién devorar, por eso la oración de Jesús.

 

e)Con esta oración de Jesús comprendemos con certeza esa consagración, ese sello de la Verdad que debe marcar la vida del sacerdote. Ya hasta Nietzsche decía: “Si se ha hallado un porqué para vivir se es capaz de soportar cualquier cómo”. No es ese el camino del seguimiento del Señor: Al sacerdote se le ha comunicado ese porqué para vivir, le fue revelado, pero sabe también que ese porqué, además de ser revelado, no sólo está en él, el portarlo y soportarlo, sino con la necesaria ayuda de su Maestro.  Sí, su porqué es Cristo para el sacerdote, como para todo el que quiera ser su discípulo, pero sólo podrá hacerlo propio con esa imponderable ayuda de su Maestro. En la acción apostólica que se le confía al sacerdote, es Jesús el que actúa, es en Él como vive y como se realiza. “Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos”.

 

Por esto Jesús, en su súplica, tiene en cuenta también a los destinatarios de sus sacerdotes: “los que creerán en Él por medio de sus palabras”. El Padre Jaime tituló uno de sus libros de predicación “La Palabra en mi palabra”. Y así es. Es imperativo que no nos anunciemos a nosotros mismos y que le supliquemos siempre sea el temple, el valor, la fidelidad como la humildad para anunciar “su Palabra”. Las iniciativas de Rosemary como: la Eucaristía en el primer Domingo de cada mes, el Rosario en el segundo sábado del mes, el recuerdo del aniversario de su ordenación, y otras más… enmarcan ese tiempo de Gracia para acompañar a los sacerdotes, que ha tenido en su recuerdo ante el Señor, desde su profesión de votos perpetuos en la Congregación Salesiana.

 

f) Al sumarnos a la oración de Jesús por sus sacerdotes en su acción de fidelidad a su Palabra, nos unimos también al Padre. Nuestra unión con el Padre y el Hijo, para el sacerdote, será la que podrá hacer creíble que el Padre envió al Hijo y envió a los sacerdotes.

 

g) Queda el último paso de esta oración de Jesús. Jesús quiere tener consigo a sus sacerdotes al final del camino para que contemplemos su gloria, la que Él tuvo antes de la creación del mundo. El plan de Dios coincide con nuestro más profundo y personal anhelo. “Nos hiciste, Señor para Ti e inquieto estará nuestro corazón hasta que no descanse en Ti”, decía San Agustín. Don Bosco nos lo decía en una forma muy familiar: “Un pedacito de cielo lo arregla todo”.  Desde la eternidad Dios nos tuvo en cuenta y nos acompaña hasta el final de tiempo de Gracia que en su Bondad nos dé. 

 

3. De corazón auguro tanto a los amigos del Padre Jaime como a los seminaristas salesianos este encuentro feliz al final del camino de peregrinación en este mundo.

 

Agradezco a todos su bondad y comprensión.            

 

P. Martín Alonso Pongutá Hurtado sdb     

                            

 

                                                                              **

Apreciado Padre Martín, seminaristas y hermanos:

 

El grupo de donantes de la Fundación Padre Jaime manifiesta su saludo fraternal a cada uno de los seminaristas beneficiarios y reconoce que Dios es el autor de toda obra buena.

 

La Fundación, como parte de la Iglesia, los acoge a ustedes con gran predilección y sueña como lo hacía el Padre Jaime SDB, con verlos convertidos en grandes sacerdotes salesianos al estilo de San Juan Bosco.

 

El Padre Jaime vivificó con su vida la cita que encontramos en Santiago 2, 15: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo ¿de qué aprovecha?

 

Nuestro Fundador, siendo testigo de la bondad y gratuidad de Dios, que lo hizo sacerdote, quiso llegar a ustedes con oraciones y apoyo económico para mitigar las penurias que se suelen presentar durante la formación en el Seminario. Por lo tanto, continuamos manteniendo el legado del Padre Jaime y la razón por la cual se creó la Fundación: “sostener la formación de las vocaciones salesianas con la fuerza de la oración y la contribución económica que llega a los postulantes de las diferentes Inspectorías”.

 

La Madre Teresa de Calcuta decía: “Lo esencial del Evangelio lo tienes en la mano”. Son 5 palabras: "a mí me lo hiciste". Y la frase célebre de San Juan Bosco: “Haced todo el bien que esté a vuestro alcance, pero sin ostentación. La violeta aunque esté escondida, se descubre por su fragancia.

 

Que Dios nos continúe cubriendo con su gracia.   

Rubén Darío López

Cuarto encuentro Seminaristas y Fundación Padre Jaime

Bogotá,D.C., 20 de Julio del 2016

 

Apreciados amigos: Por bondad de la Providencia nos encontramos, también este año, animadores, benefactores y beneficiarios, en la actividad programada por la FUNDACIÓN PADRE JAIME. Ha sido un año de muchas pruebas para esta Fundación, no obstante, es también un signo de la protección del Señor, María Auxiliadora, Don Bosco y todos los santos de la Familia Salesiana. Es también un motivo agradecer esta acción a quien inspiró esta iniciativa, lo mismo que el sacrificio y generosidad de quienes han aportado salud, entusiasmo y los recursos necesarios para adelantarla hasta hoy, el hoy de la Gracia del Señor.

 

En otros momentos se ha procurado comunicar algún mensaje también a quienes tenemos siempre en nuestra oración, nuestro pensamiento y nuestro afecto: los seminaristas salesianos de votos perpetuos que adelantan sus estudios de Teología y se preparan en pasos ya finales para su ordenación sacerdotal. Esperamos que, especialmente en nuestras súplicas al Señor de la Mies, hayan experimentado también nuestra cercanía. 

 

Con este breve saludo deseo aportar una palabra especialmente a los jóvenes estudiantes de Teología; sólo es una evocación de la propia vida y un hacerlos partícipes de mi propio caminar, con la buena voluntad de un hermano mayor. En los Ejercicios espirituales, en las “buenas noches” a los ejercitantes (especialmente posnovicios, tirocinantes, estudiantes de Teología) comenté el tema de la vocación y les mencioné algunos elementos fundamentales para su vida:

 

1º. A la memoria del mi maestro de novicios, Padre Tomás Martínez, debo este primer elemento (1959): La necesidad de contar siempre con la ayuda de un buen director espiritual, que eventualmente puede ser el propio confesor, que en este caso deberá ser fijo; con él se debe tener la plena transparencia, la confianza y la fe que da la realidad del sacramento. Es una idea recibida y practicada por mí desde entonces. Puedo decirles que he contado siempre con esa gracia del Señor. Les sugería además en esas “buenas noches” que el confesor debía ser alguien que, como decía Santa Teresa de Ávila en su buen humor y sabiduría, quizá no fuera muy santo, pero que fuera un hombre de estudio. Les mencionaba, luego, a San Juan de la Cruz en su expresión sabia y también humorística: “El que pretenda dirigirse a sí mismo es un loco perfecto”. A lo largo del proceso desde el llamamiento del Señor hasta la respuesta a la Gracia por parte de los candidatos al sacerdocio es siempre necesario este discernimiento de la verdadera y santa Voluntad de Dios.

 

2º. A la memoria del Padre Augusto Aimar, mi director en los dos primeros años en estudio de la Teología (19967-1968), debo el siguiente elemento que, en una de las primeras conferencias del primer retiro mensual nos lo mencionó a todos los estudiantes del que fue el Teologado Salesiano Internacional en la Inspectoría San Pedro Claver: Recuerdo muy bien que nos citó la fuente de su conferencia, “El genio del apostolado”, traducido del original inglés y editado en Santander (España) en 1967. Los autores (F. D´ARCY, M.M. y EUGENE C. KENNEDY, M.M.), sacerdotes y psicólogos, quienes en la introducción hablan de la cuestión más importante de hoy (el de ellos y también el nuestro) es una profunda y vital captación  de las condiciones de un crecimiento sano en Cristo. El crecimiento, si se da, se da desde dentro, dicen ellos. En esa conferencia del P. Augusto Aimar, lo que más me impresionó fue esta sencilla y profunda idea: Hizo un recuento de las figuras sacerdotales que cada uno de nosotros había tenido en su niñez, en su adolescencia, y que nos habían ayudado a conocer y discernir la propia vocación. Expresiones espontáneas, como la que menciono, hablan del modo como se veía ese niño o adolescente como sacerdote: “yo, si llego a ser sacerdote, me gustaría ser como tal sacerdote”, el promotor vocacional, por ejemplo… Con el tiempo vino la confrontación propia con esos posibles modelos y vimos quizá aspectos que ya no nos entusiasmaron. “Esa experiencia pide de ustedes, nos decía el P. Aimar, el seguimiento y la confrontación con el verdadero y único modelo: Cristo. Es a Él a quien deben seguir, es Él el que debe ser para ustedes el único Maestro”.

 

3º. Mucho más adelante comprendí el gesto y las palabras de mi maestro de novicios en la despedida del grupo al concluir el noviciado y al tener que viajar a La Ceja y luego a Rionegro (1960-1964) para los estudios de la filosofía. Nos dijo: “Muchachos: estáis por empezar otra fase de vuestra formación. El P. Tomás Martínez nos dijo: “La ayuda y el acompañamiento que necesitáis la encontraréis en vuestro director espiritual, en vuestro confesor y en los demás formadores que la Providencia os regale. Lo que pude brindaros de ayuda llega hasta hoy. Ahorraos, por favor, el escribirme o consultarme, porque yo no os responderé. Es Dios el que os llama y a Él le vais a dar vuestra respuesta”.

 

4º. Otro recuerdo personal es el de la despedida de Roma en diciembre de 1979. La señora Margherita Pini Billi y la familia Dadi-Rinaldi (Maurizio y Laura) fueron muy cercanos a los salesianos colombianos estudiantes en Roma y quisieron despedirme con una visita a alguna de las villas romanas cercanas a la ciudad. Les expresé, en cambio, el deseo de visitar a Asís y, muy alegres, me aceptaron la propuesta. Allí tuve una experiencia muy grata en la visita a la capilla de San Damián en donde estaba el crucifijo ante el cual había orado San Francisco. En la capilla habían dispuesto un reclinatorio, tan ancho como la capilla, con varios atriles; al ingresar me sorprendieron unos 10 novicios franciscanos que con una concentración admirable oraban con el texto que tenían ante sus ojos. Quise en ese momento conocer ese texto y me encontré con la “La preghiera di San Franceso d’Assisi davanti a questo crocifisso”, que les voy a leer.

 

O alto e glorioso Dio,

illumina le tenebre del cuore mio.

Dammi una fede retta,

speranza certa,

carità perfetta

e umiltà profonda.

Dammi, Signore,

senno e discernimento

per compiere la tua vera

e santa volontà. Amen

 

Espero no se sientan incómodos si los invito, a todos, a hacer nuestra, ahora, esta oración con la traducción castellana, no poética, pero que puede expresar nuestro más profundo anhelo como sacerdotes o futuros sacerdotes salesianos. Nos acompañan también, desde luego, nuestros amigos de la Fundación Padre Jaime.

 

Oh alto y glorioso Dios,

ilumina las tinieblas de mi corazón.

Concédeme una fe recta,

esperanza firme,

caridad perfecta

y humildad profunda.

Concédeme, Señor,

intuición y discernimiento

para cumplir tu verdadera

y santa Voluntad. AMÉN

 

5º. Me despido con otro grato recuerdo personal de humildad, que me dejó mi maestro de novicios. Al hablarnos sobre la corrección fraterna y la ayuda, el acompañamiento de otros sacerdotes a lo largo del camino que Dios nos dé recorrer en el cumplimiento de nuestra misión, nos dijo: “Queridos novicios: a este respecto, voy a pediros un favor personal para el futuro de vida que Dios me dé. Vosotros vais a ser mis superiores, es el proceso normal; os encomiendo desde ya este favor: si me equivoco, si yerro, si llego a cometer alguna burrada, no me dejéis solo, corregidme”.

 

Les auguro desde ya un crecimiento personal y profundo de esta gracia y misión que el Señor les dará realizar en su vida.

 

Suyo en Cristo y en Don Bosco, P. Martín Alonso Pongutá Hurtado sdb

 

Saludo a los amigos del Padre Jaime Rodríguez, a los formadores y a los futuros sacerdotes salesianos que llevarán la “Alegre Noticia” a los destinarios que el Señor les indique. SEMINARIO SALESIANO SANTO TOMÁS DE AQUINO. 

                                                                                     

                                                                                          ***

 

"¿QUIÉN SERÁ DIGNO?

 

¿De qué medio se valdrá Jesús para quedarse perpetuamente junto a nosotros? El misterio de la Encarnación se realizó por obra del Espíritu Santo. El de la Cena Eucarística, por la virtud omnipotente del mismo Jesús, y ahora, al querer reproducir este misterio ¿Quién será digno? ¡Un hombre...el sacerdote!

 

Más la Sabiduría Divina dice: ¡Cómo! ¿Un hombre mortal será el cooperador del Espíritu Santo en esta nueva Encarnación del Verbo Divino? ¿Un hombre mandará al Rey inmortal de los siglos y éste le obedecerá?" (San Pedro Julián Eymard).

 

Esta reflexión, pensamiento, mensaje, como se le quiera denominar, nos muestra con toda sencillez y con profundidad, lo que significa ser sacerdote y su responsabilidad en el ejercicio pastoral, y lo desamos para un sacerdote salesiano.

 

En la Fundación Padre Jaime, dentro de sus objetivos está, que los sacerdotes de Don Bosco, se formen con todo el rigor del sacerdocio. Tienen el deber y obligación de ser conocedores, comprometidos, íntegros con la obra salesiana, hasta en lo más profundo de su espíritu. ¿Qué implica esto? Un conocimiento amplio, coherente formación y práctica de vida en los temas de Dios, para que su ejercicio sacerdotal sea el ejemplo del formador en la salesianidad.

 

¿Por qué somos parte de la Fundación Padre Jaime y por qué queremos que permanezca conservando los principios y objetivos que el Padre Jaime quiso que fueran? Conocemos el espíritu de la Fundación, amamos la Fundación y por eso nuestro deseo de estar allí, apoyando, dando nuestro esfuerzo, tiempo, para que la Fundación subsista, manteniendo así la calidad personal, espiritual y pastoral de sus beneficiarios.

 

No olvidemos nunca que cada sacerdote hace presente a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, a través de la celebración de los sacramentos, de la predicación, de su continuo servir a personas de todas las edades y clases sociales. Por esto el sacerdote debe ejercer su ministerio de manera correcta, ordenada, equilibrada y sana, con una madurez afectiva e integridad moral sin tacha.

 

La mayoría de los miembros de la Fundación nos educamos en el espíritu salesiano y queremos y creemos que la tarea debe continuar, que nuestros niños y jóvenes sigan conociendo, amando a Dios con alegría, jugando en el patio del recreo, mostrando lo mejor de su condición de seres humanos, para cumplir con lo que el Señor quiere de todos nosotros: que seamos santos. 

 

Marta Ligia González León, miembro de la Junta Directiva de la Fundación Padre Jaime y del Grupo de donantes. Cuarto encuentro. Julio 20 del 2016

 


Tercer encuentro Seminaristas y Fundación Padre Jaime

PREPARANDO LA CELEBRACIÓN  DE LOS 200 AÑOS DEL NACIMIENTO DE DON BOSCO (1815-2015) - Nuestro diálogo con Dios en la vida de Don Bosco

 

Apreciados amigos:  Pido comprensión, ante todo, por la narración de un sencillo recuerdo personal. Estamos concluyendo el TERCER AÑO de la preparación de la celebración de los 200 años del nacimiento de San Juan Bosco. En el primer año (2012) dejé a mis alumnos del Colegio Salesiano de León XIII, un recuerdo que fue el desarrollo y explicitación del interrogante que apenas enuncié en los primeros Buenos días que di a todos los alumnos en el año 2010: ¿Sí o no, tiene la vida humana un sentido y el hombre un destino? Fue así como surgió un brevísimo escrito sobre la Filosofía del Colegio Salesiano de León XIII, que tenía el siguiente enunciado: ¿Qué se pretende con el estudio de la filosofía en mi Colegio Salesiano de León XIII? Ese texto ya lo conocen ustedes.

 

Luego, en el año 2013 dejé a mis alumnos del Colegio un interrogante respecto al objetivo de la acción educativa y una posible descripción de lo que se busca como fin de esta acción. En el año 2014 y 2015 no he tenido alumnos ni estudiantes de las presencias salesianas en mi Inspectoría, pero es mi intención hacer hoy con ustedes una breve reflexión sobre lo que se intenta en la presencia del Señor y con el acompañamiento de sus formadores.

 

En este tercer año de la preparación al bicentenario es mi intención responder quizá a un interrogante que ustedes mismos se hicieron a lo largo de su niñez y de su adolescencia y hoy como estudiosos de la Teología: ¿Qué han pretendido sus formadores, en su acción educativa, realizar con ustedes y para ustedes, en la Casa salesiana, el Seminario salesiano EL PORVENIR? La respuesta ustedes ya la conocen; los invito, no obstante, a tener la paciencia de escucharme, al menos como DESIDERTA.

 

Ustedes han vivido el año 2013 como el año de la pedagogía de Don Bosco, el año del Sistema Preventivo Salesiano. Quizá es bueno despedirlos con una brevísima descripción de lo que ha querido ser el sentido de la educación, de la formación, que se les ha querido participar en estos años del estudio de la Teología. La responsabilidad de ser educadores de ustedes mismos, y luego de los destinatarios próximos que Dios les dé, implica una conciencia de lo que se les ha querido brindar. Lo hago como suplente del P. Jaime Rodríguez Forero en lo que él y Rosemary León comenzaron en el año 2009: la FUNDACIÓN PADRE JAIME.

 

Todo ser humano es educador necesariamente, es susceptible de influjos positivos y negativos a lo largo de su camino y, por tanto, tendrán también ustedes que asumir esta misión, esta tarea, quiéranlo o no, y advertirán, entonces y sólo entonces, cuán poco preparados se sentirán para esa misión de sacerdotes salesianos.

 

Este breve texto quiere iluminar, ya desde este momento, la tarea que ustedes tendrán que recibir como su misión en la vida: participar a sus educandos la experiencia de la propia educación y los aportes recibidos en su niñez, en su adolescencia, en su juventud y en esta fase cuyo fin se acerca cada vez más: EL ESTUDIO DE LA TEOLOGÍA.   ¿Qué ha pretendido la acción formativa, académica y de vivencia del espíritu salesiano con sus formadores tanto en la Academia como en la Vida toda?

 

·         Desde el indicador de LA RAZÓN es de anhelar para esta fase de la formación:

 

     1º. Que el estudiante de la Teología, como principal actor, el joven salesiano en la casa de Don Bosco, comprenda y asuma la tarea de la propia formación: es una acción que durará todo el tiempo de peregrinación en este mundo, un proceso que se debe proseguir siempre con el optimismo que acompaña el anhelo de realizar el plan que Dios les ha dado a conocer y para el cual les ha dado también todos los recursos. El único y el decisivo Maestro es siempre Dios: Él les ama, les educa y los guía en todos sus pasos. Él mismo les ayudará a ser agradecidos con Él y a identificar los mediadores de sus intervenciones, como también les hará reconocer sus límites, pese a toda su buena voluntad. Lo que verdaderamente interesa es la respuesta personal a Su propuesta. Esto en cada ser humano es indelegable, precisamente porque es único. Esta educación, esta formación personal, quedará sin hacer, y no, claro, sin consecuencias a largo plazo, si ustedes no la asumen. Sin esa voluntad personal, esa tarea de la vida, el ser sacerdote salesiano, no podrá realizarse. El mejor proyecto de vida se quedará en el papel.

 

2º. Que el discípulo que concluye sus estudios de Teología en este año 2015 esté, por tanto, abierto a la propuesta educativa que el Señor de la Vida, el Señor Jesús le señala gradualmente en cada etapa del camino. Él es el Camino y la Verdad y la Vida. No hay otro.

 

3º. Que el discípulo que concluye su Teología en este año 2015 asuma su vida como una misión, porque todo ser humano que viene a este mundo, en el sentido de la Luz de su único Maestro, puede siempre, ciñéndose a su sana razón, descifrar el camino y reconocer los indicadores, los hitos, que el Señor le presenta.

 

4º. Que el discípulo del único Maestro, el exalumno salesiano de la Universidad Javeriana advierta, por tanto, el valor de su sana razón, de su capacidad intelectual, pero que reconozca previamente (sistema preventivo, al fin y al cabo) también sus propios límites. La razón, el conocimiento, el estudio son necesarios, pero no tienen un fin autónomo, La razón es únicamente el auxiliar que ayuda a ver el camino en donde se debe apoyar el pie para el siguiente paso. La razón es indispensable, necesaria siempre, pero no es un fin absoluto. El pensamiento humano es tan frágil como medio círculo trazado con el pie. Necesita algo más. No basta la ciencia ni el estudio para orientar al sacerdote salesiano, al apóstol salesiano en este mundo.

 

5º. Que el discípulo del único Maestro, el exalumno salesiano de la Universidad Javeriana, comprenda y asuma que está llamado a usar adecuadamente su propia razón, su propia capacidad cognoscitiva espiritual, ese último piso de nuestro propio ser (la cabeza), que nunca se debe arrendar a un extraño. Que comprenda y advierta a tiempo que la ciencia y la investigación son necesarias, pero que es indispensable tener ante los ojos la búsqueda de la verdadera Sabiduría… y que siempre “el principio de la Sabiduría es el temor de Dios” (Prov. 1,7).

 

·         Desde el indicador de LA RELIGIÓN es de anhelar para esta fase de la formación:

 

1º. Ese algo más, de lo que tiene necesidad el sacerdote salesiano, al concluir este ciclo de su formación, y que es y será siempre el Don de lo Alto, la Luz de lo Alto, la Perspectiva trascendente. La frase elocuente, y el gesto correspondiente, que espero recuerden siempre: «Cuando la mano señala el cielo, sólo el tonto se queda mirando la mano». Don Bosco dijo todo esto con una sola palabra: la Religión. Ya Agustín de Tagaste en sus Confesiones lo había escrito también para todos nosotros (y no sólo para los sacerdotes salesianos): «Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto estará nuestro corazón hasta que no descanse en Ti». Sólo Él corona, perfecciona, da acabado a la obra que Él mismo inició.

 

2º. Que el discípulo  del único Maestro cultive y, por tanto, no abandone nunca, el encuentro con la Palabra Viva de Dios, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo; esa Palabra que es proclamada sin interrupción y comunicada junto con  la Fracción del Pan (el Pan de la Vida) en cada Eucaristía en que participen y que alimenta al peregrino en su camino. Que tenga, por tanto, ese referente permanente en su caminar: si el simple creyente no vuelve a escuchar esa Palabra y no vuelve a alimentarse cada día con el Pan de la Vida, perderá el rumbo y desfallecerá por el camino.

 

3º. Que el sacerdote salesiano, como discípulo del Señor de la Vida, conserve siempre la nostalgia del primer encuentro en la Eucaristía (la primera comunión) y esa pureza original en la cual se preparó y continúa practicando, en el sacramento de la reconciliación, de la confesión, para recibir al Señor de la Vida, que quiere acompañar a ese niño que todo ser humano lleva consigo, así sea con los más diversos tropiezos y caídas del camino.

 

4º. Que el sacerdote salesiano invoque al Señor de la Vida y en los momentos cruciales pueda orar con la actitud y el Don de la fe que recibió en el Bautismo y que él mismo hizo luego consciente en el Sacramento de la Confirmación, con la misión y promesa a la vez, de ser testigo de la Esperanza, con el riesgo incluso de perder esta vida temporal, pero con la seguridad de participar, por la Bondad infinita de Dios, de la Vida eterna.

 

5º. Que el sacerdote salesiano, una vez confirmada la misión para la cual vino a este mundo, pueda participar a los destinarios, que Dios le dé, la alegría experimentada en su niñez y en su adolescencia, en su juventud y en estos hermosos años del estudio de la Teología. Si Dios le ha dado la noble misión de comunicar La Buena Noticia, tendrá que iluminar y ser mediador de la Vida de Dios, de la acción de Dios en sus destinatarios. Que se cumpla en ustedes y en sus destinatarios la expresión más clara que es la de San Pablo: “Para que no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Él que por nosotros murió y resucitó” (2 Co 5,15).

 

·         EL AMOR

 

La Inspiración, el Origen, la Fuente, el Centro, el Motivo y la  Meta de la acción formativa no pueden ser algo distinto de Dios. La verdadera acción formativa es sobrenatural. Dios es el Único Educador y Formador. El educador, el sacerdote salesiano, procura en su acción apostólica dar a conocer ese Amor infinito de Dios por sus destinatarios; por tanto, su acción educativa es una acción siempre perfectible y que sólo Dios puede coronar. Para cumplir su misión, el educador, el apóstol, se coloca cada día bajo la guía del Único Educador. El educador procura seguir los pasos, imitar ese Amor infinito de Dios en su propia acción educativa. Don Bosco halló la expresión de esa acción educativa en la amorevolezza, que es la versión humana, la encarnación que quiere ser de ese Amor infinito de Dios por nosotros educadores y nuestros educandos, necesitados siempre, como todos los seres humanos, de Su Acción Educativa. Por este motivo sobrenatural, buscarán ustedes, sacerdotes salesianos, con sencillez y perseverancia, en cada una de sus intervenciones educativas:

 

1º. Que sus discípulos, sus destinarios propios, participen a lo largo de su vida, a nivel humano y desde luego a nivel sobrenatural, del Amor que ellos deben recibir en las etapas decisivas de su vida, en la niñez y en la adolescencia (Adolescentium Pater et Magister).  Ustedes han aprendido a amar y a participar luego a los destinatarios que Dios les indique la experiencia de haber recibido ese Amor (con mayúscula) que han vivido en el proceso de su propia formación salesiana y sacerdotal.

 

2º. Que ustedes, como discípulos del Señor que han sido y siguen siendo, profundicen cada vez más el vínculo con Dios, principio y animador del Amor y de la Bondad, y se esfuercen constantemente por participar, en su desempeño humano  y de sacerdotes salesianos, la riqueza de quien inspira toda su acción a las personas que Dios pone en su camino, a las cuales y con las cuales  pueden aportar lo mejor de sí mismos para la construcción del Reino de Dios. Que lleguen, por tanto, a comunicar una perspectiva de generoso optimismo a la comunidad humana y preparar los caminos para el anuncio del Evangelio en donde el Señor de la Vida los haya colocado.

 

3º. Que ustedes, como discípulos del Señor, al revivir por medio de la participación en la vida apostólica su propia experiencia puedan tener, con la generosidad que les inspire el Señor, un permanente interés, como Don Bosco, en la formación y educación de los niños y de los adolescentes más pobres y necesitados de esta ayuda.

 

4º. Que ustedes, como discípulos del Señor, como sacerdotes salesianos, ya que han procurado vivir bajo el amparo de María Auxiliadora, Madre y Maestra de Don Bosco, experimenten siempre su consuelo y protección, y puedan dar a conocer en su medio el significado de la presencia de la Santísima Virgen en la acción educativa salesiana y en su propia vida.

 

5º. Que ustedes, como discípulos del Señor, alimenten siempre la feliz esperanza de participar de la plenitud de Vida que el Señor promete a los servidores fieles y crezca en ustedes cada vez más el anhelo de hallarse siempre cumpliendo la Voluntad de Dios sobre el camino que Él les mostró, desde su niñez, les reforzó en su adolescencia y en su juventud: el anhelo de hallarse “en la Casa del Padre, donde hay muchas moradas” (Jn 14, 2). Allí, en ese allí de la fe, nos encontraremos con quienes nos mostraron el camino y nos aguardan. Será el gozo del “Descubrimiento”, esbozado por Pedro Casaldáliga, obispo misionero en el Brasil, en el poema que transcribo y que ustedes mismos pueden hacer propio:     

                                       

                                       “Y llegaré de noche,

                                        con el gozoso espanto

                                        de ver por fin

                                        que anduve

                                        día a día

                                        sobre la misma palma

                                        de Tu Mano”.

 

Este es el augurio de la FUNDACIÓN PADRE JAIME y sus AMIGOS y, desde luego, el mío.  

 

Suyo en Cristo y en Don Bosco,                           

 

Pbro. Martín Alonso Pongutá Hurtado sdb

 

 

Bogotá, D.C.,  18 de Mayo de 2015, en el encuentro de la FUNDACIÓN PADRE JAIME con los AMIGOS DE LA FUNDACIÓN y LOS SEMINARISTAS SALESIANOS del  Seminario Salesiano EL PORVENIR. 


Segundo encuentro Mayo 2014

Fue un encuentro en el que los beneficiarios conocieron los objetivos de la Fundación, elementos de la vida y obra del inolvidable Padre Jaime motivándolos a conocerla. A cada uno le fue entregado un ejemplar del libro "Padre Jaime Rodríguez F. SDB, La razón de su vida".              

 

A continuación el mensaje sobre el sentido del Sacerdocio salesiano dirigido por el Padre Martín Pongutá SDB del Consejo de la Fundación Padre Jaime con tres preguntas que quedaron para la reflexión:

 

¿Cómo logró Don Bosco ser siempre y en todas partes sacerdote?
 
•¿Cuál ha de ser la idea unificadora esencial en nuestra actividad como sacerdotes, a ejemplo de Don Bosco?
 
•¿Cuáles medios nos ayudan a trabajar con fe, esperanza y caridad?

 

El Dr. Jairo Uribe de la Fundación Regalo de Dios, en nombre de los donantes señaló la importancia de mantener la comunicación de los Seminaristas con la Fundación Padre Jaime. Hizo un recuento de cómo la Fundación Regalo de Dios ha estado desde el comienzo en cada una de las etapas de la constitución y consolidación de la Fundación Padre Jaime. En el marco del encuentro, entregaron una donación, la cual agradecemos inmensamente.

 

El P. Jorge Toro SDB, Director del Seminario reforzó el mensaje de la Fundación sobre el Sacerdocio. Escuchamos de los Seminaristas sus motivaciones sobre la vida salesiana y lo que significa el acompañamiento de la Fundación para ellos al mismo tiempo que hicimos visibles los rostros de todos los que trabajamos por su vocación y su formación.  

 

Cada uno de los miembros de la Fundación Padre Jaime se presentó y explicó la forma en la que se vinculó y participa en la Fundación: Grupo de la Misa mensual, Donantes, Grupo de Apoyo Vocacional, Consejo, Junta Directiva, Amigos de la Fundación.

 

Rezamos juntos el Rosario por ellos y su vocación camino al Sacerdocio.